**Enfermos**



Jesús hace numerosas curaciones:


1 La Suegra de Simón (Mc 1,29-32)

2 Jesús sana a un leproso (Mc 1,40-45)

3 El paralítico (Mc 2,1-12)

4 El Tullido (Mc 3,1-6)

5 La hija de Jairo y la hemorroisa (Mc 5,21-43)

6 El sordomudo (Mc 7, 31-37)

7 El ciego (Mc 8, 22-26)



1. La Suegra de Simón (Mc 1,29-32).
"Y saliendo luego de la Sinagoga entraron en la casa de Simón y de Andrés con Santiago y Juan. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre e inmediatamente se lo dijeron (a Jesús). Y llegándose a ella, tomándola de la mano la levantó y de pronto la dejó la fiebre y se puso a servirles"


2. Jesús sana a un leproso (Mc 1,40-45)
"Un hombre enfermo de lepra se acercó a Jesús y poniéndose de rodillas le dijo: - Si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad. Jesús tuvo compasión de él; lo tocó con la mano y dijo: - Quiero, !queda limpio! Al momento se le quitó la lepra al enfermo, y quedó limpio. Jesús lo despidió en seguida y le recomendó mucho: - Mira, no se lo digas a nadie; solamente ve y preséntate al sacerdote, y lleva, por tu purificación, la ofrenda que ordenó Moisés, para que todos sepan que ya estás limpio de tu enfermedad. Pero el hombre se fue y comenzó a contar a todos lo que había pasado. Por eso Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, sino que se quedaba fuera en lugares donde no había gente; pero de todas partes acudían a verlo".


3. El paralítico (Mc 2,1-12)
Algunos días después Jesús volvió a entrar en Cafarnaum. En cuanto se supo que estaba en casa, se juntó tanta gente que ni siquiera cabían frente a la puerta; y él les anunciaba el Mensaje. Entonces entre cuatro le llevaron un paralítico. Pero como había mucha gente y no podían llegar hasta Jesús, quitaron parte del techo encima de donde él estaba, y por la abertura bajaron en una camilla al enfermo. Cuando Jesús vio la fe que tenían le dijo al enfermo: - Hijo mío, tus pecados quedan perdonados. Algunos maestros de la ley que estaban allí sentados, pensaron: "¿ Cómo se atreve éste a hablar así? Sus palabras son una blasfemia contra Dios. Sólo Dios puede perdonar los pecados."¿Pero Jesús en seguida se dio cuenta de lo que estaban pensando, y les preguntó: - Que es más fácil decirle al paralítico: "Tus pecados quedan perdonados", o decirle "levanta, toma tu camilla y anda? "Pues voy a demostrarles que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados. Entonces le dijo al paralítico: - A ti te digo, levanta, toma tu camilla y vete a tu casa. El enfermo se levantó en el acto, y tomando su camilla salió de allí a la vista de todos. Por eso, todos se admiraron y alabaron a Dios diciendo: - Nunca hemos visto una cosa así.


4. El Tullido (Mc 3,1-6)
Jesús entró otra vez en una sinagoga; y había en ella un hombre que tenía una mano tullida. Y espiaban a Jesús para ver si lo sanaría en el día de reposo, y así tener de qué acusarlo. Jesús le dijo entonces al hombre que tenía la mano tullida: - Levanta y ponte ahí en medio. Luego preguntó a los otros: - ¿Qué está permitido hacer en el día de reposo: el bien o el mal? ¿Salva r una vida o destruirla?. Pero ellos se quedaron callados. Jesús miró entonces con enojo a los que le rodeaban, y entristecido porque no querían entender le dijo a aquel hombre: - Extiende la mano. El hombre la extendió, y su mano quedó sana. Pero en cuanto los fariseos salieron, comenzaron ha hacer planes con los del partido de Herodes para matar a Jesús.


5. La hija de Jairo y la hemorroisa (Mc 5,21-43)
Cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se le reunió mucha gente, y él se quedó en la orilla. En esto llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, que al ver a Jesús se echó a sus pies y le rogó mucho diciéndole: - Mi hija se está muriendo; ven a poner tus manos sobre ella, para que sane y viva. Jesús fue con él y mucha gente lo acompañaba apretándose a su alrededor. Entre la multitud había una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con derrames de sangre. Había sufrido mucho a manos de muchos médicos , y había gastado todo lo que tenía, sin que le hubiera servido de nada. Al contrario, iba de mal en peor. Cuando oyó hablar de Jesús, esta mujer se le acercó por detrás, entre la gente, y le tocó la capa. Porque pensaba: "Tan sólo con que llegue a tocar su capa, quedaré sana". Al momento, el derrame de sangre se detuvo, y sintió en el cuerpo que ya estaba curada de su enfermedad. Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de él, se volvió a mirar a la gente, y preguntó: -¿Quién me ha tocado la capa? Sus discípulos le dijeron: - Ves que la gente te oprime por todos lados, y preguntas ¿Quién me ha tocado?" Pero Jesús seguía mirando a su alrededor, para ver quién lo había tocado. Entonces la mujer, temblando de miedo y sabiendo lo que le había pasado, fue y se arrodilló delante de él, y le contó toda la verdad. Jesús le dijo - Hija, por tu fe has sido sanada. Vete tranquila y curada ya de tu enfermedad. Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos de la casa del jefe de la sinagoga a decirle al padre de la niña - Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro? Pero Jesús sin hacer caso de ellos, le dijo al jefe de la sinagoga: - No tengas miedo; cree solamente. Y no dejó que le acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga y ver el alboroto y la gente que lloraba y gritaba, entró y les dijo: - ¿Por qué hacen tanto ruido y lloran de esa manera? La niña no está muerta, sino dormida. La gente se rió de Jesús, pero él los hizo salir a todo s, y tomando al padre, a la madre y a los que le acompañaban, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mando y le dijo: - Talita cum (que significa: "Muchacha, a te digo, levanta.") Al momento, la muchacha, que tenía doce años, se levantó y echó a andar. Y la gente se quedó muy admirada. Pero Jesús ordenó severamente que no se lo contaran a nadie, y luego mandó que dieran de comer a la niña.


6. El sordomudo (Mc 7, 31-37)
Jesús volvió a salir de la región de Tiro y, pasando por Sidón y los pueblos de la región de Decápolis, llegó al lago de Galilea. Allí le llevaron un sordo y tartamudo, y le pidieron que pusiera su mano sobre él. Jesús se lo llevó a un lado, aparte de la gente, le metió los dedos en los oídos y con saliva le tocó la lengua. Luego, mirando al cielo suspiró y dijo al hombre: "Efetá!" (es decir " Abrete!") Al momento, los oídos del sordo se abrieron, y su lengua quedó sana y pudo hablar bien. Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, tanto más lo contaban. Llenos de admiración, decían: "Todo lo hace bien. Hasta puede hacer que los sordos oigan y que los mudos hablen!".


7. El ciego (Mc 8, 22-26)
Después llegaron a Betsaida y llevaron un ciego a Jesús, rogándole que lo tocara. Jesús tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Le mojó los ojos con saliva, puso las manos sobre él y le preguntó si podía ver algo. El ciego comenzó a ver, y dijo: - Veo a los hombres. Me parecen como árboles que andan. Jesús le puso otra ves las manos sobre los ojos, y el hombre miró con atención y quedó sano. Ya todo lo veía claramente. Entonces Jesús lo mandó a su casa, y le dijo: - No vuelvas al pueblo.



*Foto: Jesús curando a un leproso.

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