][ Los romanos y la invasión hasta Masadá ][


La primera guerra judía tuvo su episodio final en el asalto romano a Masada, en el año 73 d.C. Allí, en la fabulosa ciudadela construida por Herodes el Grande, se habían hecho fuertes sicarios y zelotas.
En el actual Israel, una gran ciudadela se alza en la cima de una mole. Originalmente llamada Matsadah, hace honor a su aspecto, ya que su significado se traduce como «fortaleza». Subirse a ella permite vislumbrar una panorámica privilegiada: el Mar Muerto, las montañas de Moab y el oasis de Ein-Guedi. El autor de su engrandecimiento fue fruto de distintas etapas encabezadas por un mismo promotor: Herodes. Todavía como gobernador –etnarca- Herodes tomó el primer contacto en el 42 a.C. Allí se emplazaba una Masada más modesta y antigua, probablemente alzada por el monarca asmoneo Alejandro Yanneo. Este espacio privilegiado, de difícil acceso, aseguraba a Herodes y su familia un refugio físico y espiritual; por ello en tan sólo dos años limpió la zona de ocupantes y se la apropió. Una vez convertido en rey, Herodes el Grande empezó la primera fase constructiva en el 35 a.C. En esta magna empresa construyó un palacio –en la zona oeste-, oros tres más pequeños para los invitados o familiares, un edificio administrativo y almacén, barracones militares, tres torres-columbario y una piscina. Una de las intervenciones más importantes que efectuó fue la mejora de las cisternas ya que el agua era imprescindible para la supervivencia de sus habitantes; la sed fue uno de los peligros contra los que tuvo que lidiar la familia de Herodes cuando éste se encontraba en Roma para recibir apoyo para amortiguar la amenaza de Antígono y los partos. Masada volvería a su función de bastión protector en distintas ocasiones. La segunda fase se enmarca en un programa de cambiamiento generalizado en el que todo su reino padecería transformaciones. Entre los años 26 y 22 a.C levantó en Masada un palacio en el norte con dos terrazas colgando sobre el abismo, baños adyacentes y amplió edificios anteriores. Mejoró el sistema hidráulico con enormes cisternas eliminando definitivamente la escasez de agua. En la tercera fase, hacia 15 a.C., añadió la muralla por todo el perímetro de la ciudadela, convirtiéndola en un punto inexpugnable. Muerto Herodes en el 4 a.C., sus descendientes o guarniciones romanas se quedaron a cargo de Masada. Desde los años 66 d.C. hasta el 73 d.C. «fue el último bastión de los zelotas», según las palabras del historiador judío Flavio Josefa (siglo I d.C.) en su descripción del terrible día que terminó con tan longeva resistencia. Flavio Silva consiguió penetrar Masada construyendo durante meses una enorme rampa. Cuando los soldados consiguieron terminarla, cruzaron para asediar la ciudad. Según el historiador dentro sólo encontraron la muerte; todos sus habitantes –menos dos ancianas y cinco niños supervivientes, testimonios de lo sucedido- se habían suicidado. La verdad tras este mito sigue investigándose, dejando en evidencia que probablemente los hechos habrían sido, aunque igualmente escalofriantes, distintos al relato de Flavio Josefa.

*Foto: Masadá

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